jueves, 16 de junio de 2011

El taller literario y el primer cuento que escribí

Hace casi un mes empecé un taller literario en el Centro Cultural Alberto Olmedo que queda en ciudadela cerca de mi casa. La primera tarea que nos encomendaron fue escribir una historia en donde aparecieran tres personajes que nos dieron que podían ser reales, ficticios, animados, etc. A mi me tocaron Julieta Lanteri, el inspector Clouseau y Alejandro Dolina. Aqui les dejo el cuento para que lo lean y espero que lo disfruten.

El inspector viene a Buenos Aires

Era el primer día en que se sentía frío en la ciudad de París. El inspector Clouseau llegaba a su oficina ubicada frente a los Campos Elíseos cuando oyó que una mujer lo llamaba casi a los gritos esperando su atención. Se detuvo unos metros antes del edificio al que debía entrar y aguardó la llegada de la misteriosa mujer.
-          Buenos días inspector mi nombre es Julieta Lanteri, disculpe esta terrible forma de llamar su atención hacia mi pero estoy desesperada y no se que hacer.
-          No debe disculparse- replico el inspector- pero no perdamos tiempo en la calle si es algo tan importante lo que viene a decirme entremos a mi oficina y podrá contarme todo con tranquilidad.
Ambos ingresaron al edificio y subieron por el ascensor que los ubicaría cómodamente en el quinto piso donde se encontraba la oficina de Clouseau.
-          Usted dirá en que puedo servirla- dijo el inspector ofreciéndole una taza de café caliente a su misteriosa clienta.
-          Muchas gracias, dijo Julieta aceptándolo con muchas ganas pues el tiempo que llevaba esperándolo bajo el frío invierno le había hecho perder la sensación en todo su cuerpo y esta taza de café le devolvería el calor. Le cuento a que se debe mi visita. Hace poco mas de un mes descubrí que tengo unos parientes en Argentina que pueden ayudarme en la escritura de mi libro sobre un antepasado mío por el cual llevo el nombre. Desearía que usted viajara a ubicar a estos parientes y ver que información pueden aportarme. Usted sólo debe decirme si está dispuesto a hacer este viaje porque los honorarios que me pida estoy dispuesta a pagarlos.
-          Bueno mi querida señora, dijo el inspector, podría darme unos días para pensarlo y saber si puedo organizar mis asuntos aquí como para aceptar su pedido. Le aseguro que no serán más de dos o tres días.
-          Está bien le daré ese plazo pero no más porque necesito con urgencia esa información para presentar el borrador de mi libro en la editorial en dos semanas y sino deberé cambiar de idea pero no es lo que más me gustaría.

La señorita se despidió del inspector con la seguridad de que volvería al cabo de 5 días.   

El inspector se encontraba pronto a embarcarse en el vuelo 582 de la empresa Air France cuando casi tira al suelo de un topetazo a un hombre que venía tan apurado como él. Lo que Clouseau no sabía es que este encuentro no había sido casual y que sería el primero de varios que tendrían lugar en su estadía en Buenos Aires porque este hombre al que tan torpemente había llevado por delante tenía como misión intentar imposibilitar el encuentro del inspector con cualquier persona que le brindase información.
Era un enviado del ex comisario Dreyfus quien hacía tiempo le había jurado vengarse por todas las situaciones que había vivido siendo su jefe, las cuales habían acabado con su carrera y lo habían hecho permanecer una temporada en un hospital psiquiátrico.

Al llegar a destino Clouseau se alojó en un modesto hotel de retiro para no llamar mucho la atención y desde allí comenzó su investigación. Se acercó a la facultad de Ciencias sociales y se entrevistó con varios docentes y alumnos que lo refirieron a un tal Felipe Pigna a quien le  describieron como el más apto para darle la búsqueda que estaba haciendo.

Mientras tanto el emisario de Dreyfus que no le perdía pisada intentó impedir ese encuentro impidiendo que se realizara provocándole al Inspector toda clase de contratiempos.
En un primer momento cuando el encuentro debía darse con Felipe Pigna, este se presentó como Clouseau y adelantando la cita logró conseguir que este le proporcionara el  material que tenía sobre la mujer que quería investigar y le aportara el dato de que no había familiares de ella viviendo en el país.
Para la segunda parte del plan debía ser más sutil con el engaño ya que se habían encontrado en el aeropuerto y el inspector tenía memoria fotográfica entonces contrató a un muchachito que trabajaba por el centro y dándole un sobre con información falsa lo envió hacia él con la excusa de que la persona que debía encontrase con él estaba complicado pero que como le había adelantado por teléfono le enviaba los datos que necesitaba.
Clouseau salía muy satisfecho del bar cuando por un descuido volvió a tropezar con la misma persona que lo había hecho en el aeropuerto francés. Esto sirvió para que el inspector sin la menor idea recuperara el verdadero material informativo ya que al chocar se les cayeron a ambos las carpetas y Clouseau en un gesto de amabilidad cuando las levantó invirtió el orden y logró llevarse la información que correspondía.

Al inspector le hablaron de Alejandro Dolina , un conductor de un programa de radio que también podía saber alguna cosa sobre Lanteri ya que en su programa habla sobre personajes de la historia y hacia él se dirigió.  El encuentro no tuvo mayores inconvenientes para Clouseau, aunque Dolina no pudo agregar datos a su investigación lo colmó de anécdotas sobre el barrio de flores, sobre los hombres sensibles que allí vivían. Y contó una muy particular sobre el licor del olvido que fue escuchada con mucha atención por el perseguidor del inspector que creyó haber encontrado la solución no solo para que se perjudicara este trabajo sino deshacerse finalmente del inspector cosa que haría realmente feliz a Dreyfus.
Nuestro amigo se acercó a las intersecciones que mencionara Dolina y consiguió  el licor del olvido y decidió tener un encuentro casual con el inspector pero esta vez sin choques e invitarlo a tomar una copa a donde se alojaba . Esto ocurrió así, salvo que la torpeza del inspector lo salvó nuevamente ya que volcó su copa en la mesa, limpiándola y cambiándola con la del emisario de Dreyfus que esta en la cocina preparando unos canapés para acompañar el trago y nunca advirtió que fue lo que pasó.
Richard, como se llamaba en realidad el secuaz, volvió tranquilamente al comedor y tomó su copa sin ninguna sospecha pero al instante comenzó a sentirse como perdido y no recordaba que estaba haciendo allí. El buen Clouseau lo llevó a un hospital para que pudieran atenderlo rápidamente y así quedaría durante el resto de su vida el pobre Richard sin saber nada de su vida por culpa del licor del olvido.
Por su parte el inspector volvió a Francia y se reencontró con Julieta Lanteri para entregarle su informe y ella lo leyó muy emocionada en voz alta:

Julieta Lanteri llegó a la Argentina desde Italia, junto a su familia, cuando contaba con 6 años de edad. Su familia después de varias residencias logró afincarse en La Plata. En 1886, Julieta ingresó al Colegio Nacional que la habilitaba para ingresar a la Universidad. En 1891 optó por estudiar Medicina, una profesión vedada a las mujeres pero pudo acceder por un permiso especial del Decano, Dr. Leopoldo Montes de Oca. Se convirtió en la quinta médica recibida en Argentina y, junto con la primera egresada en esa casa de estudios la Dra. Cecilia Grierson, fundó la Asociación Universitaria Argentina.

En 1906 integró el Centro Feminista del Congreso Internacional del Libre Pensamiento que se hizo en Buenos Aires y con otras feministas como Raquel Camaña, Elvira Rawson de Dellepiane, Petrona Eyle, Sara Justo, Cecilia Grierson y Adelia Di Carlo, reclamaban por los derechos cívicos femeninos en Argentina.

Organizó para mayo de 1910, junto a otras mujeres, el Congreso Femenino Internacional que tuvo como sede a Bs. As. Se presentaron trabajos de mujeres de todo el mundo referidas a temáticas de género como derechos civiles y políticos, divorcio, educación, cultura, economía, etc. Fue el primer evento de este tipo que mostró al mundo, y de manera concreta, la organización feminista y las propuestas para modificar las situaciones de inferioridad que vivían las mujeres argentinas y del mundo entero.

Cuando en 1911 la Municipalidad de Buenos Aires convocó a los vecinos para que actualizaran sus datos en los padrones, en vistas a las elecciones municipales de legisladores, llamó a que lo hicieran los ciudadanos mayores, residentes en la ciudad, que tuvieran un comercio o industria o ejercieran una profesión liberal y pagasen impuestos. La incansable Lanteri, advirtió que nada se decía sobre el sexo. Entonces se inscribió en la Parroquia San Juan Evangelista de La Boca, que era la que le correspondía por su domicilio y cuando llegó el 26 de noviembre de ese año, día de las elecciones, votó en el atrio de esa iglesia.

El Dr.Adolfo Saldías, Presidente de mesa, la saludó y se congratuló “por ser el firmante del documento del primer sufragio de una mujer en el país y en Sudamérica”. La Dra. Lanteri se dirigió a La Nación y La Prensa, por entonces los medios escritos más leídos y contó el hecho. Al día siguiente apareció en los diarios la novedad. Poco tiempo después, el Concejo Deliberante porteño sancionó una Ordenanza donde especificaba claramente que estaba prohibido el Voto de las mujeres porque el empadronamiento se basaba en el registro de empadronamiento del servicio militar. Al enterarse de eso, Julieta Lanteri se presentó ante registros militares de Capital Federal, solicitando ser enrolada y acudió directamente al Ministro de Guerra y Marina.

En el año 1919, se postula a una banca en el Congreso como diputada, convirtiéndose así en la primera mujer candidata en la Argentina. Al no ser legalizada para ingresar al parlamento organizó y encabezó en Plaza Flores el primer simulacro de votación callejera. Este mitin congregó más de dos mil personas, y llamó la atención de las feministas en el mundo. A principios de 1920, el Senador Dr.Juan B. Justo la incluyó en su lista del Partido Socialista Argentino junto a Alicia Moreau de Justo.

Pero la incansable Julieta siguió adelante, fundó el Partido Feminista Nacional por el que se postuló a legisladora en varias oportunidades. En 1924, año en que triunfó el Dr. Alfredo Palacios, Julieta lo siguió en cantidad de votos obtenidos. No fue poca cosa, y a partir de allí comenzó a ganarse aún más enemigos. Los principios de su partido se incorporaron a partidos nacionales en San Juan y Mendoza. Previó golpes totalitarios en Sudamérica, disertando en la UNLP y se entrevistó con el Dr. Marcelo T. de Alvear para comentarle alternativas antiautoritarias. Bregó por derechos y mejoras laborales femeninas e infantiles.

Vivió en Buenos Aires, La Plata, Olivos y Quilmes, lugares donde cultivó la amistad con Alfonsina Storni, Alfredo Palacios, José Ingenieros, entre muchas personalidades sobresalientes. La que fue su última vivienda se conserva en la localidad de Berazategui. Actualmente funciona allí una panadería. El Museo Histórico y Natural conserva algunos pocos objetos de este rico personaje.
Un accidente automovilístico en febrero de 1923 , terminó con su lucha, pero no con su memoria. Dos libros biográficos, una calle en Puerto Madero, una escuela en San Juan y una escuela secundaria de Berazategui (Escuela Media Nº10) y varias entidades con su nombre, la recuerdan y homenajean. Cuando en 2000 la Municipalidad de Bs. As. convocó a varias ONG para elegir las mujeres más destacadas de todo el S XX, ella fue una de las dieciocho elegidas.
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